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Decenas de miles de personas y la realeza internacional rinden su tributo a Miguel I, el último rey de Rumania

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Regina Sofia si Regele Joan Carlos I ai Spaniei, Foto: Agerpres
Regina Sofia si Regele Joan Carlos I ai Spaniei, Foto: Agerpres

Miles de rumanos inundaron el sábado las principales arterias de Bucarest para rendir su último tributo al rey Miguel I, quien falleció el pasado día 5 a los 96 años a causa de un cáncer de piel y leucemia. “Monarquía salva Rumanía”, “Rey Miguel” y “Abajo el comunismo” vociferaron muchos ciudadanos congregados en la plaza del Palacio Real como muestra de cariño y respeto hacia el antiguo soberano.

El funeral de Estado se inició con una breve misa entre los miembros de la familia, autoridades y representantes de las casas reales, entre los que se hallaban los reyes eméritos de España Juan Carlos y Sofía.

Precisamente, el exmonarca rumano fue el primo favorito de la reina Sofia, quien no pudo reprimir las lágrimas cuando presentó su pésame a Margarita, la heredera de la Corona del país de la Europa del este, tras la ceremonia militar-religiosa organizada en la Plaza del Palacio Real.

Entre la realeza se encontraban además los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia; el príncipe Carlos de Gales; Ana María de Grecia, el gran duque Enrique de Luxemburgo; y la princesa Muna de Jordania, entre otros.

Con la muerte de Miguel I desaparece la posibilidad de restauración de la monarquía, asegura la mayoría de los rumanos, pese a que el 30 % de la población la respaldaría, según diferentes sondeos.

Tras recibir la ovación de unas diez mil personas frente al Palacio Real, el cortejo fúnebre se puso en marcha hacia la Catedral del Patriarcado, donde esperaban las autoridades y miembros de la realeza para asistir al funeral de Estado que se celebró por rito ortodoxo.

Al término del oficio, el féretro con los restos mortales del exsoberano, acompañado de una cruz y una corona de acero, se dirigió a la estación de ferrocarril Baneasa, desde donde partió a la Nueva Catedral Ortodoxa de Curtea de Arges en el mismo tren real en el que fue obligado a exiliarse a punta de pistola, junto a su madre, la reina Elena en 1947.

A su paso, muchos ciudadanos lanzaron flores al coche que transportaba el ataúd y aplaudían con fervor, mientras que se escuchaba “rey Mihai”.

Tras casi tres horas de viaje por tren, el cuerpo sin vida del antiguo soberano llegó a Curtea de Arges para ser enterrado en el mausoleo real, junto a su esposa Ana de Borbón-Parma, fallecida en agosto de 2016.

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