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La urgente necesidad de la formación profesional en Rumanía

José Miguel Viñals, Foto: Hotnews
José Miguel Viñals, Foto: Hotnews

En una reunión de empresarios del pasado viernes se nos informó de las distintas medidas previstas para potenciar el número de estudiantes en formación profesional. En Rumanía, igual que ocurrió en España durante muchos años, licenciarse de una carrera universitaria es señal de éxito y conlleva prestigio social. Así pues está el mercado lleno de licenciados de derecho, económicas o filologias que acaban trabajando en áreas muy distintas y por lo general de escasa remuneración.

En cambio, estudiar para ser electricista, mecánico o fontanero no ha tenido mucho reconocimiento, pero en este momento, un electricista un mecánico o un fontanero tiene muchas más posibilidades de ganarse bien la vida (muy bien la vida) que un licenciado universitario.

En los últimos 20 años, en los que todo el mundo ha vivido con la idea de mostrar su progreso social, el interés por la formación profesional era tan poco que la mayoría de escuelas cerraron. Es decir, aunque alguien quisiera estudiar FP no podía. Ahora se oye de nuevo que que “Meserie este braţara de aur”, es decir, “El oficio es brazalete de oro”

Las distintas empresas productivas a las que hemos ayudado a instalarse no lo han tenido fácil para cubrir puestos para los que hace falta una calificación profesional como las anteriormente mencionadas. Ha costado Dios y ayuda encontrar soldadores, pintores, ebanistas, electricistas, control numéricos,…. con conocimiento real del oficio.

A menudo han sido las propias empresas o grupos de empresarios quienes han creado en sus propias escuelas de formación, En éstas se imparten los cursos necesarios para cubrir posteriormente las plazas necesarias. Un ejemplo es el curso de mecánica organizado por los astilleros de Galati ( http://www.monitoruldegalati.ro/mica-publicitate/diverse/24349-galateni-cu-facultate-si-masterat-invata-meseria-de-lacatus.html), importante ciudad a orillas del Danubio y cerca de su desembocadura cuya economía siempre ha estado ligada al río. En el artículo se comenta como 100 personas sin trabajo, muchos con licenciatura universitaria o master. La iniciativa ha corrido en este caso a cuenta de empresarios locales, ante la falta urgente de mano de obra calificada. Los participantes recibirán durante 6 meses cursos y un sueldo mínimo mensual (equivalente con unos 180 € brutos/mes por jornadas de 8 horas al día) y los que superen los exámenes se podrán incorporar, como mecánicos, en la distintas empresas.

En Timisoara la iniciativa la tomaron los empresarios alemanes, propietarios de un importante conjunto de empresas industriales en la ciudad y primeros interesados en disponer de trabajadores calificados. Acostumbra a ser condición sine qua non el comprometerse a no abandonar la empresa durante un cierto periodo, que compense como mínimo a la empresa por el coste de los cursos impartidos.Por lo general los sueldos que reciben los buenos profesionales son más altos que la media, pero muy inferiores a los que recibirían en países de Europa Occidental, por lo que muchos podrían tener la tentación de emigrar una vez dispongan del título bajo el brazo.

Igual que en Timisoara, en Brasov (Kronstadt), Sibiu o Cluj el empuje privado está haciendo que la administración mueva ficha. En

la mayor parte de los casos siempre han sido los alemanes los más interesados en apoyar estas iniciativas. La novedad es que también Francia ha abierto este año en Fagaras, ciudad transilvana, una escuela de FP.

Es bueno que así sea. El daño que la falta de profesionales de oficio causa a la progresión industrial del país es importante. Si las empresas no encuentran mano de obra calificada para cubrir sus necesidades, no se instalan. Rumanía está llamada a ser uno de los centros industriales de Europa, siempre que pueda cubrir la demanda de profesionales. No es un asunto sólo rumano, tiene importancia europea. El desembarco chino ya comentado en otras entradas en este blog no viene sólo con dinero sino que también, en muchos casos, con sus propios profesionales, en su mayoría contentos de venir a Europa.

El Ministerio de Educación se ha propuesto abrir, en otoño, las escuelas de FP. El modelo a seguir parece ser el de Baden-Württenberg, región alemana origen de grandes inversiones industriales en Rumanía y destino de muchos de los jóvenes rumanos mejor preparados. Es de esperar que esta intención se cumpla.

Conclusión: Si Rumanía quiere ser un país industrial (y lo ha de ser sin ningún género de dudas) necesita:

1. Ofrecer una enseñanza profesional de calidad

2. Mejorar la percepción social de los oficios

3. Disponer de una política industrial que siga atrayendo empresas productivas facilitando su implantación y desarrollo.

A menudo comento las grandes posibilidades de este país, pero la formación de sus gentes puede ser su Talón de Aquiles.

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