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El drama de la absorción de los fondos europeos

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Rumania tiene una catastrófica escasez de infraestructuras de todo tipo, desde las de transporte a las sanitarias o educativas. Para solucionar esta carencia, la Unión Europea ofrece anualmente una parte de su presupuesto para la ejecución de obras que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos rumanos. En el período 2007-2013, Europa puso a disposición de Rumania 17.000 millones de eruos para mejorar los servicios más básicos del país y acercarlos a los estándares del resto de países de la Unión. La triste realidad es que, cinco años después de su acceso la Unión Europea, Rumania apenas ha sido capaz de absorber el 10 % de los fondos que se le han ofrecido, es más, incluso ha tenido que devolver parte del dinero desembolsado por las irregularidades en la gestión de los fondos, como las derivadas de la incompetencia de muchos funcionarios públicos – sustentada sobre el profundo desinterés derivado de un sueldo miserable – y del latrocinio continuado de sus dirigentes políticos, explica el blog Bucarestinos.

Según la directora del Instituto de Políticas Públicas (IPP), Elena Iorga, Rumania es hoy el país de la Unión Europea con la tasa de absorción de fondos más baja y con la tasa de correcciones financieras más alta (que ascienden, ni más ni menos, a 300 millones de euros, es decir, aproximadamente un 20% de los fondos estructurales absorbidos).

Todos se culpan entre sí y nadie acepta sus responsabilidades, sin embargo, la realidad es que Rumania mejora a un ritmo prácticamente inperceptible, las infraestructuras existentes siguen degradándose, la inseguridad jurídica aumenta vertiginosamente, la población accede penosamente a la sanidad y a la educación y la clase política, formada casi al completo por empresarios que constantemente entran y salen de la cárcel debido a sus escarceos mafiosos, no para de engrosar sus cuentas corrientes.

Ante este desolador escenario, la respuesta de la población es deprimente: pura apatía mientras piensa en su próxima barbacoa en el campo (lugar, por cierto, repleto de basuras pues no hay nadie que se preocupe de recogerlas).

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