La sombra de Ceausescu seduce a los rumanos
Una serie inédita de regalos de lujo que recibieron los dictadores rumanos Nicolae y Elena Ceausescu se subastaron el pasado 26 de enero, el mismo día que el Genio de los Cárpatos habría cumplido 94 años. Denominada Época de Oro, como se suele nombrar irónicamente a los años del amado Conducator, los melancólicos pudieron adquirir una pluma Pilot Elite, como obsequio del emperador Hirohito en su visita a Japón en 1975, a partir de 2.000 euros; una pareja de palomas de oro plateada, que le entregó en 1977 el último Sah de Irán, Reza Pahlevi, desde 1.200 euros; y pieles de tigre y leopardo obsequiados de otros regímenes comunistas en Asia y África desde 1.200 euros, entre otros.
Después de 22 años desde la ejecución del sátrapa, hay nostálgicos que reivindican su figura. Un 60% de la población asegura que se vivía mejor bajo el comunismo desde el punto de vista económico, aunque reconoce que ha influenciado negativamente en el presente, según se desprende un sondeo del Instituto de Investigación de los Crímenes del Comunismo (IICCMER), realizado en mayo de 2011. “Si Nicolae Ceausescu hubiese seguido con vida y hubiera sido candidato a las presidenciales de Rumanía, habría tenido muchas posibilidades de ganarlas”, cree Mihai Burcea, investigador del centro.
El lote de reliquias incluían una estatua de bronce de un yak del líder chino Mao Tse-Tung y el cuadro Scanteia (La chispa) de Constantin Artachini, pintado en 1951, en el que se representa a una trabajadora leyendo un ejemplar del periódico oficial del Partido Comunista.
“Estos regalos existían bajo un sistema que desapareció. Tenían propietarios y una función. Se derrocó al régimen y se quedaron huérfanos. Ahora, vuelven a un sistema que pretende recuperar su historia”, señala el crítico Tudor Octavian.
Nicolae Ceausescu
Foto: AGERPRES
Según Burcea, entre los compradores en la subasta se podían encontrar a los nuevos ricos como puede ser el excapitán de la Militia -policía del régimen-, Dinel Staicu, quien renunció a inaugurar el Palacio de la República Socialista de Rumania (RSR) en la comuna Podari en Craiova, al suroeste del país balcánico. Sin embargo, el camarada Gheorghe Constantin, como se autodenomina, continuó con la marca RSR creando un complejo hotelero con el busto del Hijo del país como principal atracción.
En el día de Navidad de 1989, un tribunal militar condenó a muerte a Ceasca en un juicio que carecía de garantía jurídica. Su régimen comunista, uno de los más crueles y violentos de la Europa del este, se derrumbó y Rumanía entró en un complejo proceso de transición hacia la democracia. El Cizmar (zapatero, por su profesión) se convirtió en un tirano que martirizó a su pueblo y lo castigó hasta la miseria, al borde de la hambruna. La inmensa mayoría de los rumanos vitorearon su muerte tras ser ejecutado y celebraron el nuevo rumbo político y económico del país, que continúa siendo el más pobre de la Unión Europea, junto con Bulgaria.
Burcea advierte que esos nostálgicos no pertenecen solamente a una minoría de jerifaltes del régimen, sino que existe entre otros espectros sociales: “En Rumanía, la pobreza y la falta de perspectiva del número de nostálgicos debido a la crisis económica son altas entre los rumanos, incluso entre los jóvenes que desconocen ese periodo”.
En Bucarest, resulta sencillo encontrar a muchos taxistas que recuerdan al “Conducator”, ya que se sienten defraudados por el cambio capitalista que comenzó tras la caída de la dictadura. Incluso, aseguran que echan de menos aquella época en la que Nea Ceausescu dirigía a Rumania con mano de hierro.
“Este sector de nostálgicos pertenece a grupos sociales que no se han beneficiado de la economía de mercado y sufren del paro, la miseria y la marginación económica. No es que sean nostálgicos del sistema comunista como tal, sino más bien de una época en que la población era pobre, pero bastante igualitaria, y tenía una cierta seguridad en el empleo”, explica Laurent Couderc, redactor jefe de la revista Regard.
Muchos ciudadanos viran hacia el pasado, dejando atrás los virulentos acontecimientos, y acaban creándose una imagen de la Rumanía comunista casi idílica. “Su nostalgia proviene de los puestos de trabajo, apartamentos que podían comprarse fácilmente y con bajos tipos de interés y del gran número de personas que se permitía unas vacaciones en el litoral del Mar Negro, mayor que en la actualidad”, precisa Burcea.
“Al paso que vamos, pronto nos presentarán a Ceausescu como a un liberal que cometió algunos excesos políticos”, concluye Couderc.