La vida en los subterfugios de Bucarest
Se acercan la bajas temperaturas y suele aparecer el mismo problema que surgió en los últimos años del comunismo y se perpetuó tras el derrumbamiento del régimen: muchas personas sin casa se instalan en los subterfugios de Bucarest, de los que un 20% tienen menos de 25 años, según cifras de 2011, explica el autor del blogUn Vallekano en Rumania.
A las oscuras ciudades subterráneas bajan niños, adultos, ancianos, drogadictos, delincuentes, y sencillos vagabundos, prosigue el blog. En las alcantarillas han distribuido los espacios, y algunos tienen comedores y salón, incluso armarios.
En un reportaje del diario Adevarul aparecen las declaraciones de algunos de estos habitantes de las alcantarillas, como Lucian, un chico de 23 años que ha vivido siempre en la calle. Los hombres de las alcantarillas viven entre ratas y cucarachas, a las que la necesidad ha hecho que se acostumbren.
Por supuesto que el olor de la „vivienda” no es el soñado para nuestras pituitarias domesticadas, especialmente en Rumania donde la calefacción llega por conductos subterráneos desde las Centrales Termicas de cada barrio, y que van emanando vapores a lo largo de todo su trayecto. Al menos la cercanía de estas tuberías suministra el calor que afuera no encuentran. Muchos de los habitantes de las alcantarillas también practican el deporte del aerolac.
La desesperación y la miseria hicieron que muchos buscaran en la droga una salida, pero la falta de dinero para acceder a narcóticos procedente del trafico masivo controlado por las mafias internacionales (y con apoyo institucional) les hizo buscar alternativas mas razonables y asequibles.
El aerolac no es una droga, sino un pegamento que se compra en cualquier ferretería o tienda de pinturas, se mete en una bolsa y se esnifa, una imagen, la del niño con handrajos vagando por la ciudad y con una bolsa de plástico llena de aerolac, bastante habitual en los años 90 y principios del 2000, pero que la entrada en la UE hizo que se redujera a los lugares menos visibles (lo que no quiere decir que se redujera su número de usuarios).
Los canales más „habitados” son, según Adevarul, los „malls” o grandes centros comerciales, como el City Mall de Berceni (un barrio periférico al sur de la ciudad), el Unirea Shopping Center, en pleno centro, el Baneasa Mall, en las afueras y cercanías del aeropuerto, Carrefour Militari, Kaufland Obor, etc… Según los habitantes de las alcantarillas, vivir en estos espacios les hace más fácil ganar algo de dinero, pidiendo o lavando parabrisas.
Además, encuentran cosas en las basuras que pueden reutilizar como ropa, comida o incluso cosméticos. Los hombres de las alcantarillas no se ven, son invisibles. Los únicos que conocen su vida mas de cerca son los asistentes sociales y los miembros de asociaciones humanitarias, que se acercan a ellos en general para darles algo de caridad, medicinas y comida.