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Pobreza en Rumanía, ¿Objetivo Milenio del nuevo primer ministro?

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Saracie, Foto: USER UPLOADED
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Rumanía se halla en el último lugar en cuanto a educación, sanidad, vivienda y servicios sociales en el seno de la Unión Europea. Más del 40 por ciento de la población rumana está en riesgo de pobreza extrema y exclusión. Y unos cuatro millones de rumanos trabajan en el extranjero. Cifras reveladoras que parecen indiferentes a la clase política, enfrascada en su guerra de poder y escándalos de corrupción, pero que muestran una transparente radiografía de la situación del país.

El recién nombrado primer ministro, Dacian Ciolos, debería tener en cuenta estos datos mientras configura el nuevo equipo cuyo objetivo primordial deberá pasar por luchar contra la pobreza por fomentar la corrupción, la mayor lacra que padece la sociedad rumana. No lo tiene nada sencillo, porque tiene que lidiar con todas las formaciones políticas para que den su visto bueno en el Parlamento a las medidas que tome el Ejecutivo hasta al menos las elecciones legislativas previstas para finales de 2016. No obstante, tendría que convencerlos si realmente quiere acabar con los males del país.

Philip Alson, responsable de Naciones Unidas, no lo pudo decir más claro el pasado miércoles en Bucarest: „La solución no pasa por que estas personas quieran dejar de ser pobres sino que el gobierno cumpla con su papel que le concierne para hacerles salir de la pobreza”. Y advirtió que los gastos del Estado dirigidos a solventar esta situación son „extremadamente bajos”.

La pelota sigue en el tejado del Gobierno, que debe cortar la sangrienta salida de mano de obra cualificada, reconocida en todo el mundo. No basta con traerse a varios tecnócratas que hayan ganado experiencia en instituciones de gran calado y ofrecerles altos cargos en el gobierno. Hace falta que vengan muchos de aquellos que se largaron por la mediocridad de los trabajos existente en el país y que sus excelentes competencias puedan ayudar a impulsar una maltrecha economía basada en el consumo interno y la inversión extranjera. Su único remedio: erradicar la pobreza.

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