Dacian Ciolos, ¿el elegido?
El pasado martes, el antiguo comisario europeo de Agricultura, Dacian Ciolos, fue encomendado a formar un equipo de Gobierno que rebaje la tensión social por la ola de protestas desatada tras el trágico incendio en un club nocturno de Bucarest que ya se ha saldado con 53 víctimas.
Ciolos, de 46 años, fue presentado como un técnocrata por el presidente de Rumanía, Klaus Iohannis, para dirigir el país hasta las elecciones legislativas previstas para finales de 2016. El ingeniero agrónomo fue subsecretario y ministro de Agricultura nombrado por un gobierno encabezado por el liberal Calin Popescu-Tariceanu; después, accedió al cargo de comisario europeo por el expresidente y conservador Traian Basescu; y, hasta ahora, asesor del controvertido presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Estos puestos evidencian su experiencia como gerente. Sin embargo, quién no sabe que esas funciones están otorgadas a dedo o sólo se consiguen haciendo política, tanto en la empresa pública como privada. Tampoco está afiliado a ningún partido. Entonces, ¿cómo llegó a esos cargos? ¿sin hacer política? ¿sin flirtear con ningún partido? Todo tiene su interpretación: Ciolos, ¿es un tecnócrata?
Con intachable reputación, libre de acusaciones corruptas, Ciolos tendrá una misión tremendamente ardua. Ninguna formación política asume la responsabilidad de renovar la clase política. El Partido Social Demócrata, que quiere seguir manteniendo su cuota de poder, está tocado por los escándalos de corrupción, dando una imagen paupérrima de cara a la sociedad. Y el segundo partido más importante, primero en la oposición, el Partido Nacional Liberal tampoco goza de buena salud por presentar varios miembros que están siendo investigados penalmente y porque continúa representando a la vieja clase política, incapaces de ofrecer una solución a los problemas en los que el país está inmerso.
Ciolos deberá ser un primer ministro menos mediático que el dimitido Victor Ponta y centrarse mucho más en reducir la pobreza del país -el segundo de la Unión Europea tras Bulgaria-, invertir en educación y sanidad, y ofrecer un empleo digno a los rumanos.
Para alcanzar estos objetivos, el flamante primer ministro tendrá que limpiar la administración de incompetentes a niveles inferiores, como señalan los analistas políticos. Para ello, habrá que concederles unos salarios decentes o, en caso contrario, se marcharán a empresas privadas donde ganarán mucho más y, encima, no sentirán el aliento en el cogote de la Fiscalía anticorrupción.
Por otra parte, Ciolos deberá escuchar a las peticiones de los manifestantes, su gran aliado contra cualquier ataque de las formaciones políticas, con lo que deberá hacer guiños a una sociedad hastiada de la sempiterna corrupción que está condenando al país a la miseria.
Los componentes del nuevo Ejecutivo se conocerán a principios de la semana que viene. Ciolos empezó a configurar su equipo mucho antes de que fuera designado primer ministro, como revelaron fuentes de Euroactiv.com, portal especializado en información del a Unión Europea. Antes, incluso, de que Iohannis se acercara a la Plaza Universitate de Bucarest para conocer de primera mano el malestar general.
Ciolos ha sido presentado como el elegido a rescatar a una sociedad que desea un futuro en su país. Realmente, ¿lo es?