Herta Müller, la Nobel de literatura que quería ser peluquera
“Leí a muy temprana edad ‘Cien años de soledad’. Para mí, el Macondo allí descrito era el mismo lugar del cual yo venía. Jamás había encontrado a alguien que retratara de manera tan exacta el lugar donde crecí, y lo más sorprendente es que Gabriel García Márquez jamás ha visitado Rumania”, relata el diario El País de Colombia.
Este encuentro con la obra de Gabo, fue sin duda una de las piezas claves para que la premio Nobel de Literatura, Herta Müller iniciara su historia con la escritura que la llevó en el 2009 a ganar el galardón más importante de la literatura en el mundo.
La escritora rumana fue una de las invitadas especiales al Hay Festival de Cartagena, donde realizó una serie de charlas hablando de su obra, de su dura vida y diferentes temáticas. Estos fueron algunos de los temas que tocó en su encuentro con los medios. “Los títulos de mis obras son largos y poéticos o son solo una palabra, para que la gente sepa lo que yo quiero decir. Claro, que a veces las traducciones no ayudan, pues una palabra en un país, puede significar completamente lo contrario en otro”.
“Vengo de crecer en la Rumania de la dictadura, y ahora veo que en muchos lugares, lo que llaman “Democracia”, en la derecha o izquierda, cuando van a los extremos siempre dejan en la mitad un gran vacío. Sucede en todo el mundo, como la dictadura religiosa en Irán, donde el miedo es la verdadera arma del poder”.
“Viajé hace años por muchos países de Suramérica y conocí algunas de las dictaduras de derecha. Me inquietó mucho que escritores latinoamericanos veían en el socialismo alguna alternativa y eso me sorpendió, porque no los iba a liberar, solamente les iba a traer otra dictadura con otra forma”.
“Nunca quise ser escritora, ni me gustaba, ni me interesaba, durante mucho tiempo yo quise ser peluquera, quería cortar el pelo”.
“Con la escritura comencé cuando llegué a la ciudad, porque de pequeña eran pocos los libros en mi pueblo y la mayoría eran cuentos en pro del régimen, que terminaban siendo usados por mi madre para poner las ollas o como portavasos para no dañar la mesa”.
“Al llegar a la ciudad conocí gente que leía mucho, se convirtieron en mis amigos, quienes me mostraron que se puede plasmar toda una vida en un papel”.
“Al principio, sin pretensiones de publicar, me enfoqué en los momentos difíciles de mi vida, más, estando en la ciudad donde sentí la nostalgia de mi pueblo, donde no la pasé nada bien, por lo que me interesaba saber por qué añoraba un lugar que no quería”.
“Cuando estaba en Rumania, la dictadura te hacía trabajar para el Servicio Secreto, con una presión fuerte, y cuando me negué a trabajar para ellos, me dijeron ‘los accidentes de tránsito suceden’. Así, la paranoia fue impresionante en esa época”.
“Lo terminé y duró en la editorial cuatro años guardado. Cuando fue publicado fue censurado por el régimen. La gente de mi pueblo me escupía y fui descomulgada. Pero fue el momento en que me di cuenta que la literatura era un vicio, una llave de entrada que podía usar cuando quisiera”.
“Se están presentando muchos rumores en torno a la dictadura, queriendo presentarla más oscura de lo que ya era, cuando había mucha locura. La dictadura fue terrible y no hay necesidad de exagerar o generar mitos en torno a ella”.