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La catástrofe poblacional de Rumania

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Cuando estalló la Revolución que derrocó a Ceaucescu, en 1989, Rumania tenía 23.207.000 habitantes, una tasa de natalidad de entre las mayores de Europa (16 nacimientos por cada 1.000 habitantes), una mortalidad de 11,1 fallecimientos por 1.000 habitantes y una tasa de mortalidad infantil de 26,9 por cada 1.000 nacimientos, elevada debido al empeoramiento de las condiciones de vida de la última década de la dictadura comunista, explica Carlos Basté en su blog Bucarestinos.

A partir de la instauración de la democracia, Rumania inagura un escenario de transición en el que, debido a una profunda crisis económica y social, provocada por las privatizaciones, la reestructuración económica y el aumento del paro, en 10 años la natalidad disminuyó a 10,5 nacimientos por cada 1.000 habitantes, estabilizándose en este valor hasta la actualidad. La falta de asistencia social y sanitaria mantuvo altas tanto la mortalidad infantil como la mortalidad de la población, tasas que sólo empezaron a reducirse a finales de los años 90, sobre todo en el caso de la segunda, que se redujo de 26,9 en 1989 a 10,73 en 2012. Sin duda, estas variaciones afectaron profundamente al crecimiento natural de la población rumana, que en 10 años pasó de un 5,3 % a un – 3 %.

A la disminución del crecimiento natural contribuyó también una creciente emigración, principalmente de la población de entre 20 y 40 años de edad, que dejó el país en busca de unas mejores condiciones de vida. El proceso migratorio tendió a reducirse a partir del año 2003, momento en el que una aparente recuperación económica atrajo de nuevo a Rumania a algunos emigrantes. En este escenario, a lo largo de todos estos años, la población rumana ha envejecido lentamente, especialmente en el ámbito rural, mientras que la población joven se ha reducido dramáticamente, lo que supone y todavía supondrá en el futuro unas graves consecuencias sociales y económicas para el país, especialmente en lo que se refiere a renovación de la fuerza laboral, por lo que el Gobierno rumano ha empezado a lanzar llamamientos desesperados para animar al retorno de los emigrantes aunque, de momento, han cosechado unos éxito exiguos.

De acuerdo con el censo realizado en el año 2011, Rumania cuenta con 20.121.641 habitantes, es decir, si quiere crecer y desarrollarse, en los próximos años va a necesitar una importante fuerza laboral que compense esta catástrofe poblacional ya que, en la actualidad, 4,7 millones de trabajadores mantienen a 5,7 millones de pensionistas.

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