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La irrupción de Rumanía hace 30 años

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Minge de fotbal, Foto: Dppi/Joaquin Corchero / Zuma Press / Profimedia
Minge de fotbal, Foto: Dppi/Joaquin Corchero / Zuma Press / Profimedia

Han pasado 30 años desde que Rumanía empató 1-1 ante Checoslovaquia en Bratislava para alcanzar su primer Campeonato de Europa de la UEFA: un logro histórico. Era la solo la segunda vez desde la Segunda Guerra Mundial, después de la Copa Mundial de la FIFA de 1970, que Rumanía lograba clasificarse para un gran torneo y el delantero Ion Geolgău cree que ese éxito fue en gran parte gracias a uno de los jugadores que estuvo presente en el Mundial de México: Mircea Lucescu: „Lucescu hizo que sucediera, con esas concentraciones, con esos amistosos y con la atención que ponía a todas las cosas, elegía las cosas correctas en el momento adecuado”, publica la página web de la UEFA.

Las autoridades de la comunista Rumanía creían firmemente en la educación y el deporte y parece que el trabajo hecho en el fútbol base recogió sus frutos cuando una Rumanía, donde jugaban Ioan Andone, Mircea Rednic y Romulus Gabor, ganó el bronce en la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA en octubre de 1981. Los tres debutaron de la mano de Lucescu en su primer partido al frente de la selección, un 0-0 ante Suiza celebrado en noviembre de ese año.

El que fuera jugador-entrenador del Corvinul Hunedoara, tenía solo 36 años cuando se convirtió en seleccionador de Rumanía, también dio la oportunidad al defensa de 25 años Gino Iorgulescu, la segunda internacionalidad a Michael Klein (uno de sus jugadores en el Corvinul, junto a Rednicm Andone y Gabor) y volvió a llamar a László Bölöni tras un año de ausencia. Fue el inicio de un proceso que haría del equipo de Lucescu un conjunto realmente exitoso.

Las concentraciones y los amistosos eran imprescindibles: hubo nueve encuentros en 1982, entre ellos partidos a domicilio frente a Argentina (1-0), Perú (2-0) y Chile (3-2) en una semana y otros diez en 1983, con innovaciones como análisis de los rivales y pruebas psicológicas.

Sin embargo, a Lucescu también le gustaba abrir la mente de sus jugadores: „Siempre he creído que la cultura y la educación son esenciales. En este momento estábamos viviendo el Telón de Acero. En cada partido fuera de casa programábamos una visita a un museo o una ruta turística y siempre le decía a mis jugadores que nuestros rivales eran humanos como nosotros”.

Ese aire cosmopolita ayudó a Rumanía durante la fase de clasificación del Campeonato de Europa de la UEFA de 1984 ya que el sorteo no fue muy favorable para el equipo de Lucescu, que iba a tener que lidiar con Checoslovaquia, tercera en la EURO ’80, Suecia, Chipre o la campeona del Mundo Italia. Sin embargo, que varios de sus jugadores, como el capitán Costică Ștefănescu, Ilie Balaci y Rodion Cămătaru alcanzaran las semifinales de la Copa de la UEFA 1982/83 con el Universitatea Craiova, abrió el hambre de éxito en el continente de los hombres de Lucescu.

A pesar de que el 0-0 en Florencia y la victoria por 1-0 en Bucarest ante Italia dieron la vuelta al mundo, la derrota por 0-1 ante Checoslovaquia colocó a Rumanía como colista de la sección. Pese a ello, el conjunto de Lucescu se reenganchó al grupo con triunfos por 0-1 en Solna y en Limassol pero aún así necesitaba evitar la derrota en Bratislava el último encuentro para ser una de las ocho selecciones que estarían en la fase final de Francia.

La preparación, una vez más, fue la clave. „Los preparativos empezaron varios días antes, en la concentración que tuvo lugar en Holanda. Empatamos a uno ante un club local y el vicepresidente de la Autoridad Nacional de Deporte estaba furioso. Yo le pregunté: ‘¿No es suficiente un 1-1 en Bratislava? Ese es el resultado que necesitamos’. Su cara cambió totalmente. Yo tenía razón pero no sabía ni que iba a jugar”, explicó Geolgău.

„Uno de los chicos se lesionó y Lucescu me dijo que iba a ser titular”, continuó un Geolgău que abrió el marcador en el minuto 82 antes de que Milan Luhový igualara el marcador para Checoslovaquia. „El tiempo era horrible pero lo sabíamos de antemano y estábamos preparados para la nieve y el hielo. Al final lo logramos y teníamos muchas razones para sentirnos orgullosos”, añadió.

Entre los suplentes ese día estaba otro descubrimiento de Lucescu, el jugador de 18 años Gheorghe Hagi, que había debutado en un amistoso ante Noruega en agosto de 1983 y que jugó, junto al guardameta Silviu Lung, Cămătaru, Andone, Rednic y Klein, la EURO ’84 y también el Mundial de 1990, momento en el que apareció la ‘Generación Dorada’ de Rumanía.

Aunque al final solo consiguió un punto en la fase final de Francia, simplemente el hecho de participar fue un gran logro. „Sólo marcamos nueve goles en ocho partidos en la clasificación. En ese momento no podíamos pensar en hacer un fútbol bonito, lo importante era ganar”, concluyó el técnico del FC Shakhtar Donetsk.

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