¿Llegará la UE hasta el Dniester?
Chisinau se dispone a firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea y le gustaría arrastrar de paso a la región secesionista de Transnistria, que desea permanecer en el regazo ruso. En las orillas del río Dniester se teme una reactivación de la violencia armada.
“Attention! You are leaving the European sector” [“Atención, está saliendo del sector europeo”], anuncian unos carteles en Varnita. Los recientes movimientos de tropas en la población fronteriza han despertado los temores de un nuevo conflicto en el Dniester. No olvidemos que Transnistria posee, precisamente en Kolbasna*, el mayor depósito de armamento convencional de Europa del Este. Y, además, recordemos que los gasoductos rusos que abastecen de gas a Rumanía y a Bulgaria pasan por Transnistria. Los gestiona Tiraspoltransgaz, una empresa controlada por Gazprom.
En Chisinau, en estos momentos se habla de la resolución del conflicto con la región secesionista en el contexto del proceso de integración europea de Moldavia. En la orilla oeste del Dniester, parece que piensan que este objetivo es lo ideal y que el camino que llevará a la integración hará que Chisinau sea más atractivo para la orilla este. ¿De qué tipo de atracción podemos hablar realmente?
Moldavia podría aportar a Transnistria un doble beneficio económico: los fondos europeos y el acceso a los mercados occidentales
Moldavia podría aportar a Transnistria un doble beneficio económico: los fondos europeos y el acceso a los mercados occidentales. “En Transnistria, la situación económica es precaria. A Tiraspol, su capital, le interesa el dinero de la UE, y los fondos europeos destinados a reforzar la confianza entre las partes ya se consideran como una fuente de desarrollo interno”, declaraba recientemente un responsable de Bruselas. Los “donativos extranjeros” representan un 75% del presupuesto de la región, en contraposición al 25% de las exportaciones. Puesto que la región no cuenta con el reconocimiento internacional, sus exportaciones se realizan a través de empresas registradas en la cámara de comercio de Chişinău y de este modo se benefician de las “preferencias comerciales autónomas” (PCA) que la UE concede a Moldavia. Sin embargo, las PCA desaparecerán a finales de año, con la entrada en vigor de la Zona de Libre Comercio de Alcance Amplio y Profundo (ZLCAP) entre la UE y Moldavia.
Hacia un nuevo acuerdo
Según un informe realizado en 2012 por el centro de análisis independiente Expert Grup, cerca del 40% de las exportaciones de Transnistria (metales y productos metalúrgicos, energía y productos de industria ligera) se realizaron a la UE, sobre todo a Rumanía, aunque también a Italia y Alemania. El valor total de los intercambios entre Rumanía y la región separatista se acercaría a los 31 millones de euros al año. Si el Gobierno de Tiraspol se niega a cooperar con Chişinău sobre la aplicación de las condiciones que impone el acuerdo ZLCAP, cuya firma se prevé para el próximo mes de noviembre, durante lacumbre de la Asociación Oriental en Vilna (los días 28 y 29 de noviembre), los agentes económicos de Transnistria corren el riesgo de quedarse fuera del nuevo pacto, y la UE tendrá que aplicar unos aranceles aduaneros del 17%.
¿Estos incentivos económicos pueden cambiar radicalmente los comportamientos políticos de esta región mayoritariamente rusófona? Mientras Moldavia espera firmar este famoso acuerdo de Vilna, Tiraspol agita la amenaza de su “ley sobre la frontera estatal”. Dicha ley, adoptada por el “soviet supremo” de Tiraspol el 23 de mayo y aprobada el 10 de junio por el presidente Yevgeny Shevchuk, replantea los límites del territorio bajo la soberanía de la República Moldava del Dniester. Por consiguiente, Tiraspol ha anunciado, con la consiguiente irritación de Chisinau, la OSCE, la UE y el Consejo de Europa, la creación de puntos de control a lo largo de la frontera durante tres meses a partir de la promulgación, es decir, el 10 de septiembre.
Puestos de control
Varnita, una de las localidades que se encuentra en el nuevo mapa (a 17 kilómetros de Tiraspol y a 65 de Chisinau), se encuentra actualmente bajo la jurisdicción del Gobierno de Chisinau. En primavera, los residentes se opusieron a la instalación realizada de noche con una grúa de un puesto de control aduanero por parte de las autoridades de Tiraspol. En sus relaciones con las dos autoridades, el pueblo de Varnita se encuentra dividido. De los 700 jubilados que viven en este lugar, 500 perciben su pensión de Tiraspol, en rublos de Transnistria, y el resto de Chisinau (en lei moldavos). Los primeros reciben el equivalente a 123 euros, los segundos, 52 euros. Algunos habitantes han renunciado a su pasaporte moldavo para obtener el de Transnistria [con el que no se pueden atravesar las fronteras internacionales] para poder percibir un sueldo un 30% más elevado en Tighina (Bender), a pesar de tener que pasar por dos puestos de control.
Es cierto que el control de las migraciones en la frontera administrativa en el Dniester es una condición de la liberalización del régimen de visados con la UE
A su vez, las autoridades de Chisinau desde marzo de 2013 hablan deinstalar puestos fronterizos con la región secesionista. Según la prensa rusófona local, esto responde a la decisión de dichas autoridades de imponer un visado de entrada a los residentes de Transnistria que posean pasaportes rusos o ucranianos, es decir, la mayoría de la población. Es cierto que el control de las migraciones en la frontera administrativa en el Dniester es una condición de la liberalización del régimen de visados con la UE, pero la ampliación de la zona de seguridad (255 kilómetros) puede constituir un obstáculo a su aplicación. Es muy posible que Tiraspol ponga trabas a la aplicación de las medidas exigidas por la UE en el Dniester. Tiraspol interpretará la aparición de nuevos puestos de tipo Checkpoint Charlie [uno de los puntos de paso entre Berlín Occidental y Berlín Oriental durante la Guerra Fría] en la línea del Dniester como una derrota ante la Unión Europea y como un retroceso en materia de reconocimiento internacional.
Un depósito que, con la presencia del 14º ejército ruso, desempeñó una función nada desdeñable durante la guerra civil que estalló cuando la región rusófona de Transnistria decretó su independencia en 1991.