Rumanía, la nueva meca del vino
El clima, los bajos costes y una geografía privilegiada en la periferia de la Unión Europea (UE) están consiguiendo atraer a empresarios europeos del vino a Rumanía, donde sueñan con producir vinos de primera calidad para la exportación.
„Las condiciones climáticas se parecen mucho a las de España en cuanto al calor, que contribuye a que el vino coja más color, y a la luz”, explica el enólogo español Amancio Calcerrada.
Algunas bodegas locales, como Recas, Cotnari, Jidvei y Muftalar, ya están produciendo vinos de primera calidad, destaca este experto en declaraciones en Bucarest.
„Producimos mucho y vendemos rápido para poder financiarnos y así intentar obtener otros caldos de mejor calidad”, cuenta la bodeguera española Violeta Cadaval, que gestiona desde hace siete años unas 400 hectáreas en la región de Dobrogea, al este de Rumanía.
Según Cadaval, su viñedo se encuentra en un meridiano con potencial para producir el mejor vino del mundo.
Su padre adquirió junto con otros socios en el 2000 esos terrenos, que durante la época comunista llegaron a producir hasta 10 millones de litros de vino al año.
En la pasada vendimia se elaboraron un millón de litros, producidos sobre unas 250 hectáreas.
Hoy Rumanía produce unos 400 millones de litros al año, especialmente caldos jóvenes y de mesa, una cifra aún muy alejada de los grandes productores europeos, Francia, Italia y España.
„Estamos a unos 15 kilómetros hacia el norte del Paralelo 45, mientras que La Rioja (España) está un poco más hacia el sur y Burdeos (Francia) más al norte”, subraya Sorin Ignat.
Este técnico de la bodega „Sarica Niculitel”, gestionada por la familia Cadaval, explica así los paralelismos geográficos que existen entre esta región y las zona vitícolas más cotizadas y tradicionales de Europa.
De ese enclave rumano están saliendo tintos de las variedades Cabernet, Merlot y Sauvignon, aunque el caldo por excelencia es el Aligote, un vino blanco seco.
Rumanía aúna varios alicientes atractivos para atraer inversiones en este sector: costes de producción más bajos, sueldos baratos, ayudas europeas, un clima benévolo y tierras fértiles en abundancia.
Un terreno agrícola de una hectárea se puede comprar en el país balcánico por unos 2.000 euros, aunque el principal problema para los inversores es que el reparto de la tierra entre pequeños propietarios obliga a negociar con muchas partes, lo que puede doblar el precio del suelo.
Aún así, los precios de las tierras de cultivo son muchos más bajos que en cualquier otro país de Europa occidental.
Además, en un radio de mil kilómetros alrededor de Rumanía hay unos 300 millones de potenciales consumidores de vinos rumanos.
„Se puede contar con un vino a un coste más ajustado para buscar mejor transporte a países como Rusia, el país más demandante de vino hoy en día, y Ucrania”, explica Lucea Villanueva, técnico de Viveros Villanueva, una empresa familiar navarra que planta viñedos y lleva trabajando desde 2008 en Rumanía.
Desde entonces ha colaborado con una decena de inversores españoles, además de franceses e italianos.
„Conseguimos implantar unas 50 hectáreas de viñedos en menos de un mes; en menos de diez días, ya empiezan a brotar”, explica Villanueva, que resalta que „los viñedos rumanos pueden ser tan buenos como los mejores del mundo”.
Pese al potencial que ofrece este sector en Rumanía, siguen existiendo muchos problemas a la hora de tramitar los documentos administrativos y lograr subvenciones de los fondos europeos.
„La excesiva carga burocrática causada por las normas de subvención europeas y la obsoleta administración rumana provocan que el pequeño agricultor esté condenado a quedarse sin los fondos y a impedir que se desarrolle la agricultura”, uno de los principales motores de la economía rumana, lamenta Cadaval.