Rumanía se abre al Este
Una visita a Pekín y luego otra a Moscú: en cuestión de días, el Gobierno rumano ha tendido la mano a dos grandes potencias que hasta entonces observaba con recelo. ¿Pragmatismo económico o elección ideológica? Recientemente se han puesto sobre la mesa una serie de cartas importantes para el futuro de Rumanía en Moscú y Pekín. A Bucarest se le plantean nuevos ejes de política extranjera, que pueden completar las políticas occidentales, competir con ellas o minarlas, según la visión o los intereses del momento de los dirigentes rumanos.
Hasta ahora, Rumanía se había deshecho de los regalos procedentes del Este, quizás perdiendo con ello negocios importantes, pero así también mantenía no sólo su rumbo político hacia Occidente, sino también un precioso margen de maniobra para un país situado en los confines de los dos mundos.
De repente, el pragmatismo parece haberse impuesto a los dilemas históricos y no está claro si esta nueva pirueta de la política exterior rumana se basa en una estrategia determinada o se trata sencillamente de respuestas reflejo a los estímulos procedentes de Moscú y Pekín. Son dos ecuaciones distintas: Rusia, que construye su diplomacia sobre antiguos rencores, pero también sobre intereses comerciales evidentes y China, que apuesta por la expansión de su potencia mundial, colocando pequeñas banderas en el mapa de sus victorias económicas.
El ministro rumano de Exteriores fue recibido en Moscú con gran boato [del 8 al 10 de julio], como el enviado de un país amigo, firmó una hoja de ruta que incluye un calendario de consultas bilaterales para 2013-2014 y regresó con la promesa de que el gas importado de Rusia será más barato porque se suprimirán los intermediarios.
La nueva amistad con Moscú
¿Qué dará Rumanía a cambio de esta nueva amistad con Moscú? ¿Mayor flexibilidad? ¿Negociaciones sobre el futuro de la República de Moldavia? ¿Un eje de doble dirección Bucarest-Washington y Bucarest-Moscú, como había sugerido el expresidente George Bush, que ya por entonces pensaba que Rumanía podía ser un puente entre Rusia y Occidente? ¿O un cambio de rumbo?
Para el Kremlin, Rumanía es un territorio que se escapó de la influencia rusa, pero también un buen entorno para reconquistar o mantener a raya. La reactivación de las relaciones con Moscú puede ser un trampolín para los rusos o para los rumanos, pero es difícil creer que las dos partes puedan salir ganando.
El baile con Pekín es más sutil. En un primer momento, Rumanía podría beneficiarse de las inversiones chinas de la misma forma que China podría aprovecharse de sus beneficios. De momento, el primer ministro Victor Ponta fue muy bien acogido en China [del 30 de junio al 2 de julio], aunque no regresó con promesas claras ni con contratos firmados. El primer paso se relaciona simbólicamente con el poder: ha dado la mano a los que pueden tomar decisiones sobre las grandes inversiones.
Hace tiempo que Pekín trazó el mapa estratégico de países en los que desea poner un pie o donde pueda influir no sólo en las políticas nacionales de estos Estados, sino también las regionales. China conquista paso a paso Europa y el dólar estadounidense depende directamente de Pekín. Como parece que se retrasa el hundimiento de la economía china, vaticinada por muchos analistas occidentales, la expansión económica de esta gran potencia se concentra en los recursos de África y de Latinoamérica.
Conquistar a través del „soft power”
Durante su primera gira europea, el primer ministro chino ofreció a Alemania „un matrimonio de ensueño” y luego convenció a Suiza para que firmara un acuerdo de libre comercio. Zúrich, la ciudad de los grandes bancos, quiere convertirse en un centro europeo de las transacciones en yuanes, la moneda de la China comunista, mientras que el grupo chino de seguros Ping An compró recientemente la sede de Lloyd’s, el edificio más famoso de la City londinense. Los chinos controlan el Pireo, el mayor puerto de Grecia, y también han comprado la mitad de las empresas de Islandia, así como algunos de los más famosos viñedos franceses.
Se trata de negocios rentables, pero también de conquistas con un significado más profundo, con los que China quiere demostrar que puede dominar el mundo empleando medios pacíficos, lo que se denomina el „soft power”, aunque no por ello haya descuidado su arsenal militar. Se reafirma en el ámbito mundial con proyectos viables y audaces.
Por ejemplo, de aquí a 2025, China quiere construir una línea de ferrocarril que una Shanghái y Londres, pero hasta entonces, pretende aliarse con otros países que se encuentran en la zona intermedia [entre Europa y Asia], que podrían ser interesantes en un futuro más o menos lejano. Los Balcanes forman parte de ese mapa, pero hasta ahora, Rumanía ha intentado mantener la mirada fija en Occidente y huir de los regalos de Pekín, perdiendo oportunidades pero manteniendo un mayor margen de maniobra para el futuro.
Rumanía se vuelve hacia el Este al mismo tiempo que Rusia y China construyen su propio eje de poder y, los mismos días en los que se realizaban maniobras navales conjuntas chino-rusas, el primer ministro rumano y su ministro de Exteriores se reunían con las autoridades de Pekín y de Moscú.