Rumanía, una país que despierta los sentidos
Resulta imposible describir Rumanía en una sola frase. El Mar Negro, los Cárpatos, los monasterios de Moldavia, el Delta del Danubio, la magnífica arquitectura de Bucarest, Transilvania y la leyenda de Drácula, su cocina tradicional y sus famosos vinos. Todo esto es lo que significa Rumanía, publica el diarioEl economista.
Este país europeo, situado en el suroeste del continente, cuenta con una población de unos 22 millones de habitantes, de los cuales alrededor de dos millones y medio viven en Bucarest, su capital. La mayoría son cristianos ortodoxos, aunque también hay minorías que profesan otras religiones, como la romana-católica, greco-católica, protestante, musulmana, judía, etc. Su clima templado-continental ofrece en verano temperaturas que varían desde los 22 hasta los 38ºC, y en invierno baja a los -3º, llegando a alcanzar los -30ºC.
Situada en una llanura de horizonte infinito se encuentra la capital de Rumanía, Bucarest, que reúne antiguos palacios de una belleza insólita, que dejan claras evidencias de un pasado más que fastuoso; parques con árboles de vidas tan longevas como el mundo; grandes bulevares que dan paso al Parlamento, la Patriarquía, al casco antiguo con la Corte Vieja y a una gran variedad de iglesias. Pero la llamada „ciudad de la alegría” no es sólo historia y tradición, también es el centro industrial y comercial de todo el país
Bucarest es el punto de partida más adecuado para una vuelta por Rumanía. En los años 30, esta ciudad también recibía el nombre de „el pequeño París”, por sus avenidas custodiadas por grandes árboles y por el Arco del Triunfo que podemos encontrar en la Avenida Kisseleff, todavía más larga que la de los Campos Elíseos.
Muy cerca del Arco del Triunfo merece ser visitado el Museo del Pueblo, al aire libre, en el parque Herastrau, que recoge auténticos ejemplos de la arquitectura y artesanía popular de Rumanía, incluso réplicas de las famosas iglesias de Maramures.
Además, se pueden admirar otros monumentos emblemáticos como el Museo Nacional de Historia, que reúne la lujosa platería del tesoro nacional, el Palacio de Correos y el Parque Cismigiu. A continuación de la Avenida Kisseleff nos encontramos con la Calle de la Victoria (Calea Victorei), el lugar preferido por todos los bucarestinos para sus paseos en la noche veraniega.
En la zona antigua de la ciudad no podemos obviar el esplendor de la Iglesia Patriarcal, construida en 1657 y que contrasta con el centro cívico de Bucarest, y la iglesia Stravropoleos cerca de la Corte Vieja (ruinas del palacio Vlad Tepes). Si se tiene la oportunidad de contemplar un bautizo o a una boda en alguna de estas iglesias, asistirá a un espectáculo único.Pinche aquí para seguir leyendo el artículo.