Regina Maria, reina de Rumanía… y de los Sioux estadounidenses
En 1926 la reina María de Rumanía realizó un viaje oficial de cinco semanas por Estados Unidos y durante el mismo fue agasajada entre otros por los indios Sioux.
La reina María es uno de los personajes contemporáneos rumanos más fascinantes de Rumanía en el siglo XX.
Nacida en el condado inglés de Kent en 1875, estaba emparentada con la reina Victoria de Gran Bretaña y con el zar Alejandro II de Rusia. En diciembre de 1892 se casó con el príncipe heredero rumano Ferdinand.
Durante los 45 años que pasó en Rumanía –hasta su muerte en 1938- se sintió comprometida con su patria de adopción, como demostró durante la Primera Guerra Mundial con su apoyo a los combatientes o durante la Conferencia de paz de 1919-20 haciendo lobby por Europa en favor de los intereses de Rumanía.
Pero hay un hecho menos conocido en la vida de la reina María, el viaje oficial que realizó entre el 18 de octubre y el 24 de noviembre de 1926 por los Estados Unidos.
En Nueva York recibió de manos del alcalde de la ciudad, James Walker, la llave de oro de la ciudad, y en Washington fue recibida en la Casa Blanca por el presidente Calvin Coolidge.
Pero el más sorprendente cumplimento vino de alguien totalmente inesperado, los amerindios estadounidenses.
Durante su periplo por territorio norteamericano, el 1 de noviembre visitó una reserva de Sioux en Dakota del Norte y éstos le pidieron que aceptase el título honorífico de reina de los indios norteamericanos, a lo que ella accedió de buen grado.
Así recogió la reina en su diario sus impresiones de aquel encuentro: “El lugar del encuentro con los indios fue en un lugar llamado Mandan. Me recibieron con una gran ceremonia frente a los tipis donde viven. Estaban vestidos con indumentarias de plumas de fiesta y con pinturas de guerra. Un grupo pintoresco de fieros guerreros, exactamente igual que la imagen literaria de nuestra querida infancia. Tras diversos bailes, el más anciano de los jefes me cogió de la mano y tuvo un largo discurso tras el cual se quitó su propio sombrero de plumas y lo colocó en mi cabeza”.