Escuálido intercambio comercial
El 10 de octubre se celebró en el Ateneo Rumano de Bucarest el concierto de piano y posterior recepción que la Embajada de España en Rumanía organiza con motivo de la Fiesta Nacional. El Embajador, Sr. de Grandes Pascual y el Presidente de la Cámara de diputados del Parlamento rumano, Sr. Valeriu Zgonea, aprovecharon la ocasión para efectuar un rápido repaso de las relaciones entre ambos países, que calificaron de excelentes.
Más allá del contenido protocolario de este tipo de discursos y del compromiso de las partes en avanzar en la mutua amistad, tres mensajes: 1. Los intercambios comerciales entre los países alcanzaron en 2011 cifras record representando (grosso modo) 1.250 millones de exportaciones españolas a Rumanía y 800 millones de exportaciones rumanas a España, 2. la diáspora rumana en España se mantiene en los niveles previos a la crisis con más de 900.000 personas sin que se haya reducido y 3. Rumanía solicita que acaben las restricciones de acceso al mercado español que padecen los trabajadores rumanos impuestas por el anterior gobierno.
Todos ellos tienen un importante significado económico, tanto por lo que son como por lo que no son, pero me voy a centrar hoy en el primero. Que España con 47 millones de habitantes importe 800 millones de € de Rumanía implica que cada español consume 17 €/año de productos rumanos, es decir, el equivalente a menos de 1 café solamente al mes. Los 1.250 millones en sentido inverso representan que cada consumidor rumano compra 57 € a España al año o casi 5 € al mes, es decir un menú con copa de vino, postre y café. Tanto una cifra como la otra son ridículas. Hay mucho, mucho campo para más.
¿Por qué nuestros intercambios comerciales son tan pobres? Sin duda hay razones ligadas a la falta de relaciones históricas, pero también las hay que responden a la ineficiencia de los que deberían realmente promover el comercio. Al respecto dos anécdotas significativas: Participé en el 2010 en la misión económica que una cámara de comercio rumana organizó a Barcelona. Duración 5 días. Según el programa el interés era establecer vínculos con posibles socios comerciales entre ambos países. La realidad fue que ni uno sólo de los empresarios que integró la comitiva asistió a la reunión que se organizó en la Cámara de Comercio de Barcelona. A la misma fuimos una representante de la cámara rumana y yo.
Todo el resto, desde el presidente de la cámara rumana hasta el último miembro de la delegación prefirieron, ese día, irse de compras al outlet de la Roca. En todo el viaje no hubo ni un solo encuentro comercial. ¿Les parece triste? A mi mucho, pero esperen la segunda. Hay en Timisoara una empresa distribuidora que busca ampliar su catálogo con nuevos productos técnicos para el 2013. De acuerdo con ellos, hace poco más de un mes mandé un email a varias cámaras de comercio españolas presentándoles la empresa y pidiéndoles que comunicasen a sus miembros (empresas todos ellos), con un simple email o en su newsletter, o como fuera, que si quieren entrar en el mercado rumano está esta empresa a su disposición para, tras el correspondiente análisis, negociación y firma de contrato, distribuir sus productos. De las varias cámaras contactadas sólo 3 me contestaron, para decirme todas ellas que si quería llegar a sus miembros lo debía hacer directamente yo, y que ellos me mandaban el listado de los mismos … previo pago.
¿Me puede alguien explicar para qué sirven las cámaras de comercio si no es para ayudar a sus miembros a vender? ¿Es correcto, por parte de las cámaras, que dificulten el acceso de los proveedores a las empresas de su demarcación? , es más, ¿es leal?
Si queremos de verdad que el intercambio comercial entre ambos países alcance los niveles que corresponden a su potencial es importante la acción decidida de todos los interlocutores. La seriedad de las cámaras de comercio será bienvenida, cuando la pongan en práctica.