Rumanía sin trabajadores disponibles y lo difícil que será remediarlo
Empiezo el día, domingo por la mañana, leyendo una entrevista en El Confidencial al ministro delegado para los rumanos en el extranjero, Sr. Dan Stoenescu, de visita en España. Por lo visto el Sr. Staenescu está de gira para, entre otros objetivos, intentar convencer a algunos de sus compatriotas de que regresen a Rumanía. Dice el Sr. Ministro que en Rumanía hay un paro muy reducido (5,7%) y que el país crece con fuerza. Dice que Rumanía necesita mano de obra para poder continuar con su crecimiento. Nada que no hayan leído en varias ocasiones los seguidores de este blog.
A esta temprana hora aún no hay comentarios. Me prometo regresar más tarde, seguro de sí poder encontrar algunos. El anonimato de los comentarios online es una de las formas preferidas de los internautas latinos para descargar la bilis fruto de nuestras frustraciones con toda clase de desprecios e imprecaciones. Digo latinos y no españoles porque abundan en los medios de estos países, mientras que no leo tantos en los escritos en diarios ingleses o alemanes. Me parece que ahí hay menos visceralidad escrita. En cualquier caso prefiero el carácter latino: quizá se queje más, pero no tiene ni la altanería ni la mala baba de algunos del norte.
Poco después de las 12:00, a pesar de la lluvia fina, cojo mi bicicleta y me voy a comer al restaurante de todos los domingos en la Plaza Unirii de Timisoara. De hecho me gusta la lluvia, siempre me ha gustado pasear sin paraguas cuando llueve. Llámenme raro. Me quedo un par de horas en mi mesa. La rutina no implica sólo comer sino leer o estudiar algo. Hoy toca la guía recién publicada de fondos europeos para inversiones agrícolas. No es que el tema me apasione en sí, pero tengo algún cliente esperando que le preparemos un proyecto, así que hay que saber por dónde van los tiros. A la salida, antes de ir para casa, decido aunar dos placeres: caminar bajo el agua que cae y visitar la librería Cartea de Nisip, abierta los domingos. Debería tener prohibida la entrada. Siempre compro algo que no tendré tiempo de leer. Han acabado en mi mochila, no sé cómo, “Incógnito, vida secreta del cerebro” de David Eagleman y “Las 111 más hermosas poesías de amor de la literatura rumana”, seleccionadas por Marius Chivu y Radu Vancu. Los ojearé de noche.
El corto trayecto que separa Piata Unirii de la calle Alba Iulia está repleto de cafeterías, restaurantes y bares, tiendas de ropa, algún anticuario… Todo el centro es, desde el fin de un trienio de obras en que resultaba difícil transitarlo, una zona agradable y popular, aunque hoy esté vacío por la lluvia. En la distancia de no más de 15 metros tres locales anuncian que contratan camarera (Angajăm ospătară) o barman y camarero/a (Angajăm barman și ospătar, fete și băieți)
Pronto empezará el buen tiempo, se llenarán las calles de terrazas a su vez siempre llenas. Pronto los carteles se multiplicarán y habrá una verdadera competencia por conseguir cubrir las plazas disponibles.
El paro en Timisoara no llega al 2%. Quien quiere trabaja. Hay una verdadera falta de mano de obra. Y no sólo en sectores como la restauración: en todas las industrias, desde las de alto valor añadido (IT, ingeniería,…) pasando por los distintos tipos de profesionales (electricistas, pintores, carpinteros,…) y acabando en los sectores menos cualificados. A pesar de ello no será fácil que el Sr.Stoenescu consiga su objetivo de repatriar trabajadores. Los salarios, muy inferiores a los que se cobran en Europa occidental, son la principal causa para el éxodo rumano y el principal escollo para lograr un retorno significativo.
Los datos son de Wikipedia quien a su vez cita al INE. Se aprecia el fuerte crecimiento experimentado hasta 2008 (sobre todo en el 2008), la desaceleración posterior y la caída iniciada en 2013 con la pérdida de casi 100.000 ciudadanos en 2 años. Sin duda en 2015 la tendencia debió de continuar. ¿Quiénes marcharon? Por lo general los últimos en entrar en España, sin trabajo ni hipoteca ni estructuras familiares. Posiblemente también los que tras años instalados y con una vivienda hipotecada la pierden ante el banco al quedar sin trabajo y dicen “ahí os quedáis”. Quien ha podido mantener la casa (a los rumanos, como buenos latinos, les encanta comprar su vivienda) no se marchan. Total, en España se vive bien. De los que marcharon quizá una parte mínima volviera a Rumanía. La mayoría se han ido a Alemania. Que hayan ido a Alemania no es raro. También muchos españoles han ido en los mismos años. Al fin y al cabo los alemanes pocos niños hacen (los españoles tampoco es que sean mucho más prolíficos, y en el Banato rumano se dice que se tiene un hijo porque no se puede tener medio…).
La evolución de la población alemana en los últimos años, según Wikipedia, ha ido creciendo. Es decir, una fuerte caída en 2011 compensada en 2012 por la llegada de cientos de miles de parados de toda Europa. Como quien dice, Alemania los necesita, pues su previsión de estructura demográfica para 2050 (me niego a usar el término pirámide poblacional por razones obvias) muestra una sociedad envejecida en la que o se estira la edad de jubilación como un chicle o el sistema de pensiones cae por su propio peso (¿Por qué creen que la Sra. Merkel decidió dejar entrar a miles de familias sirias con un montón de niños…? ¿Por caridad cristiana?)
Y es que Alemania es el primer motivo por el cual el Sr. Stoenescu lo tiene crudo y por el que también Timisoara lo tiene igual de crudo. ¿Hay zonas con algo más de paro en Rumanía? Sí. ¿Vendrá esa población a Timisoara? Alguno lo hará, pero pocos. ¿Por qué? Porque puestos a emigrar emigran allá donde se les pague bien, y en Timisoara, aunque suban algo los salarios por la competencia que pueda haber, un trabajador no calificado no ganará más de 350 €/mes netos, y con esto se malvive.
Por tanto, ¿qué opciones tiene la ciudad? Sólo una: crecer con mano de obra calificada compuesta por los estudiantes que de todo el oeste del país vienen a las universidades de esta ciudad, tras conseguir que no marchen al acabar sus estudios. No son muchos, sólo algunos miles se gradúan cada año. Unos pocos volverán a sus ciudades de origen, pero si hasta ahora muchos emigraban nada más acabar los estudios, a partir de ahora hay que conseguir que se queden. Partamos de un punto: excepto yo (que soy culo de mal asiento) y alguno más, la gente no emigra por gusto. Entre ganar 800 € en Timisoara y 2.000 en Alemania, mejor Timisoara: no sólo estás más cerca de la familia, también el dinero cunde mucho más. Así pues hay que conseguir que las empresas paguen mejor. ¿Cómo? Apostando por empresas de alto valor añadido, aumentando la productividad, diversificando una economía hoy basada en el componente auto para que ofrezcan salida a todos aquellos que terminan estudios y no tienen quién los contrate.
¿Le vale la pena a un español venir a buscar trabajo a Rumanía? No digo 100% que no, pero ha de tener las ideas muy claras de qué es lo que quiere. Una cosa es venir de expatriado con una empresa y otra a la aventura a ver qué pasa y sin idea del idioma….
Vuelvo a mirar el artículo de El Confidencial. Como suponía, ya hay unos cuantos comentarios. La mayoría penosos, como de costumbre en estos casos. Suerte que el español medio es bastante menos xenófobo que los que ahí escriben. En fin.
Por cierto, éste es el artículo 100 de mi blog. Gracias a los que me leen, me siento afortunado de los comentarios que recibo. Sé que han sido un valioso empuje en mantener mi constancia.
José Miguel Viñals
Director General Via Rumania
Cónsul Honorario de España en Timisoara