Noticias opuestas
Esta semana han aparecido en varios diarios extranjeros análisis o artículos sobre la situación económica de Rumanía y sus expectativas a corto plazo.
Por lo general las noticias destacan las proyecciones positivas para este país para los próximos años, lo que no deja de ser curioso, máxime cuando en el día a día la situación parece que se recrudece y que a vaya a peor. En el último trimestre, más que en ningún otro periodo anterior de mis 5 años aquí, he visto numerosas empresas con dificultades para llegar a final de mes y poder atender sus obligaciones con su plantilla y terceros.
Pero a pesar de ello reitero mi confianza en una evolución muy positiva de la economía rumana. ¿En qué me baso? En los mismos argumentos que me llevaron a establecerme en Timisoara hace 5 años y cuyo desarrollo la crisis no hizo sino retrasar:
1. Costes de producción muy competitivos para empresas con abundante mano de obra.
2. Disponibilidad de mano de obra calificada.
3. Ubicación geográfica estratégica en Europa: cercanía con mercados consumidores.
4. Desarrollo ligado a su entrada en la Unión Europea.
5. Excelentes terrenos con un magnífico potencial agrícola.
6. Recurso naturales.
7. Su diversidad cultural (idioma de origen latín, gran influencia germana en partes del país, húngara o eslava en otras) la hacen cómoda a ciudadanos de distintos orígenes.
Potencial turístico por descubrir.
¿Qué podría minar este desarrollo? Básicamente la corrupción e incompetencia política. También la falta de calidad que a menudo impregna el trabajo de muchos rumanos y que se ve en tantos detalles completamente inaceptables para un consumidor occidental. Por suerte, la juventud rumana es cada vez más exigente y está más preparada. Aquí no existen demasiados “Ni-Ni”s de los que tanto abundan, voluntaria o involuntariamente, en España, que ni estudian ni trabajan. Es por todo ello que mantengo mi optimismo a pesar de periodos como los actuales.