Viceprimer ministro de Moldavia, Eugen Carpov: “Necesitamos pacificadores que nos unan, no que nos separen"
Los pacificadores militares deben ser reemplazados por un contingente civil, afirma Eugen Cárpov viceprimer ministro de Moldavia y jefe de la delegación negociadora con el Transdniéster, explica la corresponsal de El País.
“La misión inicial de los pacificadores era disparar a las partes enfrentadas, pero en 20 años no ha habido enfrentamientos armados y la realidad ha mostrado que el conflicto es de política interior, sin componente histórico o étnico”, dice. “Lo que necesitamos es una operación que acerque a las dos riberas del Dniéster, no que las separe, como ahora”, sentencia Cárpov y opina Rusia puede participar en una operación pacificadora transformada. “Confiamos en que Rusia cumplirá todas sus obligaciones. Si es un intermediario en el conflicto, debe ser un jugador neutral en las negociaciones y si los líderes rusos dicen que reconocen la soberanía e integridad territorial de Moldavia, deben regirse por estos principios en su política hacia nosotros”.
En cuanto a los restos del 14 ejército de Rusia, el político dice que “no existe ninguna base legal para la permanencia de esos soldados y sus armamentos en el suelo de Moldavia. En la OSCE Rusia se comprometió a retirarlos y este proceso interrumpido “debe reanudarse y acabar cuanto antes”. “La retirada fortalecerá la confianza entre las dos orillas del Dniéster. Por desgracia la agrupación militar rusa no está bajo control de la OSCE ni de expertos internacionales”, añade. Las municiones de artillería allí acumulados (20.000 toneladas de las 40.000 iniciales) deben retirarse o hacer explosionar sobre el terreno porque es peligroso trasladarlas”, explica.
Moldavia ofrece al Transdniéster una “amplia autonomía basada en un estatuto especial”, afirma Cárpov. La constitución, que así lo establece, no determina cómo repartir las competencias entre el centro y las autoridades locales, explica. “Tenemos que comenzar por los principios básicos y el primero de ellos es reunificar el Estado. La forma ya es la segunda etapa”, señala. “Cuando tengamos la forma del Estado ya le daremos el nombre. Lo importante es que sea un Estado funcional”, dice. “Hay autonomías con muchos derechos y federaciones con muy pocos”, matiza el político. Como ejemplo, cita a Gagauzia (una autonomía poblada por gagauzos, comunidad de origen turco y religión cristiana). Este territorio de Moldavia, que también reclamó la independencia, tiene hoy derecho a autodeterminarse si Chisinau decidiera unirse a Rumania. El Transdniéster podría obtener las mismas garantías.
Los representantes del Transdniéster nos acusan de no considerar el resultado de su referéndum de 2006 (que legitimó la orientación hacia Rusia) y de basarnos en nuestra propia ley de 2005 (que establece la autonomía como fórmula de integración), dice Cárpov. “No es correcto poner al mismo nivel un referéndum no reconocido y una ley de un Estado que sí lo es”, subraya, pero precisa que eso no significa que “Moldavia ponga sobre la mesa la ley de 2005 para obligar al Transdniéster a aceptarla”. Una negociación es un diálogo basado en compromisos mutuos y es importante que éstos sean racionales y respondan a las pautas internacionales del funcionamiento de un Estado”.
Asegura Cárpov que Moldavia ha mostrado su voluntad de compromiso al restablecer el transporte de mercancías ferrocarril por el Transdniéster, o al proponerle a Tiráspol que participe en las conversaciones sobre el acuerdo de libre comercio con la UE. Subraya que Chisinau no quiere empeorar la situación económica del Transdniéster, cuyos productos, al beneficiarse de la energía rusa subvencionada, llevan ventaja a los de Moldavia.