El Pais: Ocho lugares para enamorarse de Rumania
Rumanía suena cada vez más como destino de vacaciones: castillos de cuento y ciudades medievales, enriscadas fortalezas que nos hablan de leyendas de vampiros, iglesias pintadas de vivos colores, montañas rocosas y suaves colinas, pueblos tradicionales que parecen de otra época y unos paisajes fantásticos para disfrutar de la naturaleza, el deporte y la observación de aves.
1 Castillo de Bran y la leyenda de Drácula
Hay pocos países donde una leyenda domine casi por completo su imagen turística. Es lo que le pasa a Rumanía con Drácula. Y el lugar clave de todo es el castillo de Bran, con sus torres y almenas, dominando un puerto de montaña de Transilvania, rodeado de bosque y niebla. Toda una industria que se nutre de su mala reputación. Su exterior es digno de una película de terror pero el interior es de todo menos espeluznante, con paredes blancas y un patio decorados de geranios. Cuenta la leyenda que Vlad el Empalador (quien inspiró el personaje del conde Drácula) estuvo encarcelado aquí y los turistas siguen sus pasos a través de un conjunto de patios y pasadizos secretos.
El castillo de Drácula estuvo abandonado durante muchos siglos hasta que en 1920 se cedió a la reina consorte María de Rumanía como agradecimiento a sus esfuerzos por mantener unido al país; de hecho, en la fortaleza hay más información sobre la reina que sobre el personaje creado por Bram Stoker. Cada vez hay más casas y pensiones para dormir en Bran, aunque la mayor parte de los visitantes solo van a pasar el día desde Brasov. Desde Bran los visitantes suelen completar la visita con una subida a Poiana Brasov, una pequeña estación de esquí con 20 pistas que presume ser el escenario de la película Cold Mountain (2003).