Rumanía: sobre suspensiones presidenciales, tendencias autoritarias y cuentos de Tolstói
Es difícil quemar tanto capital político en un tiempo tan limitado, pero el primer ministro socialdemócrata Victor Ponta parece haberlo conseguido. El pasado 7 de mayo fue investido primer ministro con el apoyo de la coalición USL -alianza entre los socialdemócratas del PSD y los liberales del PNL-; a mediados de junio la alianza social-liberal arrasó en las elecciones municipales con más de un 53% de los votos y el hasta entonces partido en el poder, el conservador PDL, parecía con poco más de un 20% de votos abocado a una larga travesía por el desierto, explica Eduardo Salcedo, profesor del Liceo “Cervantes” de Bucarest.
La población había dado la espalda a las políticas de austeridad practicadas por los conservadores –reducción del 25% de los salarios, subida del IVA del 19 al 24% o congelación de las pensiones- y la popularidad del presidente conservador Traian Basescu llegaba a mínimos históricos. Cuando todo parecía presagiar una plácida y abrumadora victoria para la alianza USL en las legislativas del próximo mes de noviembre, la inexperiencia, los malos asesores y el ansia por monopolizar el poder en todas las instituciones, han llevado al premier Ponta a una concatenación de decisiones de dudosa legalidad, a la vez que han revitalizado la figura del hasta hace poco decaído Basescu. La feroz lucha entre los dos cargos institucionales más importantes del país comenzó cuando Ponta se opuso a que el presidente Basescu representara al país en el último Consejo de Europa.
El Tribunal Constitucional –dominado por jueces conservadores- dio la razón al jefe de estado, pero Ponta contraatacó asumiendo el control del Boletín Oficial del Estado e impidiendo de esta manera que la decisión de los jueces del Constitucional se hiciera oficial antes de la cumbre. De esta manera fue el primer ministro y no el jefe de estado quien representó a Rumanía en dicho foro. Durante la disputa en la que se dilucidaba quién representaría a Rumanía, Basescu se burló de los conocimientos jurídicos del primer ministro: “Cuando eres Doctor en Derecho eres lo máximo. Dottore” (http://www.youtube.com/watch?v=FQ_7HIb1wyo&feature=relmfu).
Curiosamente o no, pocos días después la revista Nature recibía de manera anónima la tesis doctoral de Victor Ponta en la que se podía apreciar sin genero de dudas que había incurrido en un flagrante plagio -85 de las 307 páginas de su tesis son copias literales sin citar fuentes-. Cuando el “Consejo para la Certificación de Títulos, Diplomas y Certificados Universitarios” (CNATDCU) se encontraba deliberando sobre el caso, el gobierno aprobó su disolución y un nuevo reglamento que impide al organismo dictaminar si hay un caso de plagio o no e incrementa el número de sus miembros de 21 a 45, colocando a gente favorable a los social-liberales.
Como pasos previos a la suspensión presidencial, la coalición social-liberal USL dio tres pasos tan decisivos como controvertidos: a través de una resolución de urgencia del gobierno modificó el funcionamiento del Tribunal Constitucional, impidiendo que éste pueda juzgar decisiones del Parlamento (como era el caso de la inminente suspensión del presidente); sustituyó al Defensor del Pueblo por otro afín, controlando de esta manera a la única institución del estado que podía reclamar ante el Tribunal Constitucional las resoluciones de urgencia emitidas por el gobierno (como era el caso de la modificación del funcionamiento de la Corte Constitucional) y por último consiguió la destitución de los presidentes del Congreso y Senado, en manos hasta entonces del conservador PDL.
En una tumultuosa sesión, el Parlamento votó la suspensión del presidente Traian Basescu por 256 votos a favor y 114 en contra. El siguiente y definitivo paso es la celebración de un referéndum el 29 de julio que determinará si el pueblo rumano está a favor o no de esta suspensión temporal decretada por el Parlamento. Hasta esa fecha, el cargo de presidente interino del país recae en el recién elegido presidente del Senado, el líder del liberal PNL Crin Antonescu. Otra baza a favor de los social-liberales es la modificación de la ley de referéndum.
Ya en 2007 se trató de expulsar a Basescu a través de otro referéndum, pero en aquel entonces se necesitaba el 50% y un voto del total del censo; con la modificación, se hará efectiva la destitución con el 50% y un voto del total de quienes se presenten a votar. Las reacciones a esta ofensiva social-liberal por copar todas las instituciones del estado no se han hecho esperar. El líder de los cristiano-demócratas alemanes, Markus Ferber ha declarado: “Estoy extremamente preocupado por la situación de Rumanía. Lo que está sucediendo va en contra del espíritu y los principios que rigen la Unión. Vamos a contactar con la Comisión para tratar de conseguir la suspensión del voto de Rumanía en el Consejo Europeo, debido a la falta de estándares mínimos de funcionamiento de un estado de derecho”.
Pese a que todavía en este momento los grupos socialista y liberal en el Parlamento Europeo se oponen a debatir en el pleno una posible suspensión del derecho a voto de Rumanía, son varias las voces de prestigiosos eurodiputados –como el socialdemócrata alemán Gunther Krichbaum– que lamentan la precipitación y los tintes autoritarios del gobierno Ponta. La segunda mitad de año se presenta desde el punto de vista electoral apasionante: para empezar el referéndum del 29 de julio, si como todo parece se ratifica la destitución unas elecciones presidenciales antes de octubre y, por último, unas legislativas en noviembre.
Las prisas nunca son buenas, y mucho menos política. El ansia por eliminar al rival y copar todas las instituciones tampoco. Tal vez alguien debería recomendar al primer ministro Ponta la lectura de “¿Cuánta tierra necesita un hombre?”, brillante cuento de León Tolstói donde se narra la historia de un campesino pobre, Pahom, a quien tras sucesivos negocios de éxito se le ofrece la compra por una cantidad fija de 1.000 rublos de cuanta tierra pudiera recorrer en un día, con la condición de regresar al punto de partida antes de que anochezca. Su ansia, su codicia, le hace caminar en exceso hacia el horizonte, dándose cuenta tarde de su error para volver a toda prisa al punto de partida, donde muere extenuado por el esfuerzo.